Sinaloa productivo y resiliente

“No vendemos pizzas, vendemos la idea de un Culiacán no belicoso”: Jorge Peraza, dueño de Café Marimba

Jorge Peraza Sato no abrió solo un restaurante: abrió un refugio cultural llamado Café Marimba, en el corazón de Las Quintas, donde la música, la comida y la identidad culichi se encuentran todos los días para recordarnos que otro Culiacán es posible.

En una ciudad que ha visto cambiar su ritmo —especialmente el de sus noches— por motivos de seguridad que han golpeado al comercio y a la convivencia, Peraza decidió no rendirse. Por el contrario, transformó ese contexto complejo en una oda cotidiana al amor por su “patria Culichi”, convencido de que la verdadera revolución nace desde la bondad activa y la creación cultural.

Peraza imagina y trabaja por un Culiacán distinto al que suele proyectarse en las pantallas: no el de las calles armadas y los relatos breves de violencia, sino uno donde el jazz flota en el ambiente, los boleros acompañan las mañanas y la hospitalidad se convierte en una experiencia compartida en cada mesa.

Así nació Café Marimba. “Este café surge de la necesidad de crear un espacio que ofrezca la experiencia de otro Culiacán posible. Más cultural, de otro volumen, de otro ritmo”, explica Jorge, siempre recurriendo a analogías musicales para describir su visión.

Su apuesta es una contracultura serena, una resistencia creativa frente a los discursos que glorifican el crimen como si fuese identidad. “Eso no es nuestra cultura, es algo impuesto. Aquí tenemos excelentes artistas”, afirma.

Fue pionero en integrar música en vivo: duetos de la Orquesta Sinfónica de las Artes (OSLA), jazz acústico, trovadores. Durante años, el café fue refugio bohemio nocturno hasta que las dinámicas urbanas obligaron a modificar horarios y propuestas. “La noche dejó de ser lo que era”, lamenta. Sin embargo, la adaptación no significó rendición: hoy las mañanas se llenan de boleros al piano mientras el proyecto se sostiene en medio de ajustes constantes.

¿Por qué no cerrar? La respuesta de Jorge es directa: la vida es actitud. “Hay cosas que podemos cambiar y cosas que no. No vamos a ponernos a los balazos ni a gritarle al gobierno. Enfoquémonos en lo que sí podemos controlar: la familia, los empleados, nuestra filosofía”.

Ahí se encuentra la esencia de su historia: una resiliencia que va más allá del negocio para convertirse en una revolución cultural íntima, profundamente enraizada en el amor por Culiacán.

Peraza sostiene que la paz nace desde la identidad. “En la manera en que nos identificamos con lo nuestro tendremos un acceso menos costoso a la paz”. Desde ahí critica la homogeneización de la gastronomía local —mayonesa, chipotle, salsas que “hacen que todo sepa igual”— y recuerda que, siendo tierra de tomateros, resulta paradójico no explorar más la creatividad culinaria. Incluso el famoso “sushi culichi”, explica, refleja ingenio, pero también un alejamiento de las raíces.

Lejos de quedarse en la crítica, Jorge actúa. Es integrante de “Los Compas Pizzeros”, un movimiento creado en 2018 por Eduardo Félix, fundador de Barbajanes Pizza, que reúne a pizzeros no como competidores, sino como aliados. Comparten métodos de compra, técnicas de panificación y experiencias para crecer juntos.

Desde este colectivo surgió la “Pizza Culiacán”, elaborada con chilorio, camarón, tomate y lácteos locales: un platillo convertido en símbolo de identidad positiva y colaboración empresarial.

La pizza ya puede disfrutarse en lugares como Café Marimba, Barbajanes, La Auténtica y Caja Negra, entre otros, y pronto contará con el “Pizzaporte”, un pasaporte de descuentos que invita a probarla en cada una de las pizzerías participantes, fomentando cruces solidarios entre negocios locales. “Vamos a tener el aderezo de Barbajanes aquí y recomendarlo”, comenta Jorge, desafiando el dogma del egoísmo comercial.

La iniciativa busca inspirar algo mayor: que cafeterías, marisquerías y taquerías creen también su propio platillo “Culiacán” —un ceviche, un café, un taco— como una forma de reconstruir la ciudad con alianzas y acción, no desde el lamento. “Si no llenamos la ciudad de sentimientos de amor y de propósitos comunes, no avanzaremos”, afirma.

Jorge reconoce el legado de su padre, Jorge Peraza Bernal, a quien describe como un “Quijote” que defendía lo local frente a las transnacionales desde la gastronomía. Con sangre japonesa dentro de su herencia familiar, subraya la importancia de la armonía, los detalles y el trato que hace sentir “amado” a cada cliente.

Su tránsito por el rock, la fotografía y diversos espacios gastronómicos terminó de dar forma a Café Marimba como una auténtica instalación artística: un portal simbólico donde se entra de una manera y se sale transformado, como recuerda un letrero inspirado en Yoko Ono: “Exit”, leído como “Ex it”, la invitación a dejar atrás lo viejo.

En un país atrapado muchas veces por discusiones estériles y narrativas de confrontación, Jorge Peraza elige otro verbo: amar haciendo. “Nosotros no vendemos pizzas —dice mirándote de frente—, vendemos la idea de un Culiacán no belicoso”.

Historias como la suya nos recuerdan el corazón verdadero de Sinaloa Productivo y Resiliente: personas que no esperan a que la realidad cambie, sino que la transforman desde la cultura, la cooperación y el profundo amor por su tierra. Porque la patria también se construye mesa por mesa, canción por canción, alianza por alianza.