Sinaloa productivo y resiliente

Sin apoyos y ante numerosas adversidades, acuicultura crece: Jaime Sánchez Duarte

A 33 años de haber abrazado la incipiente siembra de camarón para generar riqueza, Jaime Sánchez Duarte señala que, como toda actividad, ha habido épocas buenas y malas. Se ha resistido el oleaje del contrabando, la competencia desleal, el desamparo de las autoridades y la falta de crédito, pero aun así atisba un mejor futuro.

La acuicultura, explica, es una actividad ecológicamente respetada, sostenible, generadora de empleo en las zonas marginadas de la costa y productora de alimentos de calidad con omega 3.

Su granja acuícola Patagonia empezó a operar con el deseo de ganar dinero, pero también con mucho de aventura, pues en aquel entonces se cultivaban peces, pero no camarones.

Empezaron sembrando larvas silvestres; no había laboratorios para producirlas, y ello abrió una alternativa de empleo para las cooperativas pesqueras como abastecedoras de esta materia prima.

Un obstáculo para crecer era que el camarón, por ley, estaba reservado para las cooperativas, y fue justamente desde Sinaloa donde surgió la propuesta de abrir la acuicultura a la iniciativa privada, lo que posteriormente impactó en Sonora y Nayarit.

Gracias a ello, recuerda, la acuicultura creció de manera acelerada.

La Patagonia, precisa, inició con 120 hectáreas que formaban un solo estanque, pero con el paso del tiempo se fue dividiendo. Actualmente ocupa una superficie de 375 hectáreas, divididas en 61 estanques, donde se tiene una plantilla de 20 empleados, la cual se duplica en las épocas de cosecha.

“Nosotros —afirma— pagamos todas las prestaciones. Pagamos el mes completo de aguinaldo y a todos los empleados se les da de comer y se les brinda transporte.

“Los sueldos que pagamos son —y lo puedo afirmar— mucho mejores que los sueldos urbanos”.

Para elevar la eficiencia y la productividad, Sánchez Duarte comenta que ya adquirió tres bombas nuevas, mejorará el sistema de nutrición con un sistema de fermentación de soya y planea adquirir más equipo, alrededor de 250 alimentadores adicionales.

Pero —aquí surge el pero— “no me siento con la confianza para hacerlo ahorita porque tendría que ser a crédito. El mercado no tengo muy claro hacia dónde va. No sabemos si esta sobrevaluación del peso se va a mantener. No tenemos claro si en la revisión del tratado mantendremos el ‘cero al cero’. Y luego tenemos mucho contrabando, que sigue por todas partes. Y las autoridades no hacen nada al respecto. Entonces, muchos de nosotros estamos haciendo como una pausa”.

En el rubro de comercialización, Sánchez Duarte advierte que un problema es que el tiempo de cosecha es el mismo para todos los acuicultores de Sinaloa y, por tanto, hay una sobreoferta que afecta el precio.

La ley de la oferta y la demanda.

Sin embargo, considera que una alternativa para enfrentar esta problemática sería rescatar la figura de Ocean Garden, que era una paraestatal comercializadora y que, de entrada, establecía un precio piso.

“Tú sabías que obtenías ese precio de Ocean Garden; entonces, no vendías más barato”.

Mientras operó como paraestatal, permitió al sector acuícola crecer, tener finanzas sanas, pagar deudas y reinvertir.

Actualmente, añade, la producción de Sinaloa se envía a Guadalajara y a la Ciudad de México, que operan como puntos de distribución en los mercados circundantes.

Ocasionalmente, dice, se vende directamente a comercializadores de Chihuahua, Nuevo León, Quintana Roo y Oaxaca.

Afortunadamente —expresa— ya hay quienes exportan a Estados Unidos, impulsados principalmente por la política arancelaria de ese país.

Incluso asegura que, en lo personal, ve un buen futuro para el camarón, tomando en cuenta los avances tecnológicos y considerando que en algún momento habrá crédito.

Pero en sentido contrario, expone que actualmente se permite la importación de camarón de manera abierta, pues no hay inspección, y esa falta de revisión ha permitido la entrada de enfermedades.

La primera enfermedad que entró fue el famoso “síndrome de Taura”, que provino de Ecuador.

Las enfermedades, lamenta, han lastimado mucho al sector y han provocado pérdidas de cientos de millones de pesos.

Luego —añade— han venido etapas relacionadas con una competencia muy fuerte desde el exterior, que considera injusta.

Explica que llega camarón que tiene subsidios en los países de origen, no tiene la suficiente calidad y, además, no paga impuestos ni en donde proviene ni aquí en México.

La respuesta de la acuicultura nacional, dice, ha sido incrementar la productividad, mejorar el manejo del dinero e identificar mejor los mercados.

“Hay empresas de camarón en Sinaloa y en Sonora que, si no tienen toda la cadena productiva, sí cuentan con la mayor parte de ella. Son dueñas de laboratorios, tienen granjas para engordar camarón, plantas de alimento, empacadoras y distribuidoras”.

No obstante, reconoce que hace falta una mayor y más eficiente capacidad asociativa.

Sin embargo, considera que la organización que tienen —la Confederación de Asociaciones Acuícolas (COADES)— ha funcionado y ha defendido al sector de manera firme, consistente, vigorosa y valiente.

De igual manera, estima que se viviría una situación muy distinta si las autoridades apoyaran a la acuicultura como lo hacen con la agricultura: con sistemas de riego, apoyos para tecnificación y programas de comercialización, entre otros.