Sinaloa productivo y resiliente

OKS Campiña, fundación que se mueve con el corazón

“Todas las personas tienen un corazón listo para ayudar, solo ocupa un buen canal, un lugar en donde en realidad eso suceda”.

La frase es de Miguel Inzunza Hernández, cuyo corazón le ha guiado durante 30 años para donar –con apoyo de su esposa y otras personas– decenas de pies de casa, despensas, ropa y hasta una escuela, siempre en lugares donde abunda la pobreza.

De joven, tendría 23 años, se enlistó en una organización social llamada “Juventud con una misión”, que operaba un barco para llevar ayuda alimentaria y médica a diversas comunidades del continente africano, en donde incluso pensó en quedarse a trabajar como activista por el resto de su vida.

Ahí encontró a una joven noruega que a la postre se convertiría en su esposa (se casaron en Culiacán) y también supo que tendría que regresarse a México porque aquí también hay pobreza, al igual que en África.

A su regreso a su ciudad de origen, vivía en Lomas del Sol, fraccionamiento en lo alto de una loma. Una temporada de lluvias, en los primeros años de la década de los 90’s, llegó un huracán (Rachel). Intrigados por las consecuencias, él y su esposa bajaron hasta el sector de, “El Arroyo del Piojo» y vieron tristes escenas: casas arrasadas e inundadas por lodo, personas sentadas en un colchón mojado, niños en trusas porque toda su ropa se la llevó la corriente de agua…

Impactados, él y su esposa decidieron ayudar. ¿Cómo? Llevando ropa, alimentos, láminas y empezaron a aportar material para levantar un cuarto, pie de casa, para una familia que había perdido todo, hasta su hogar.

Lo lograron con el apoyo de varias amistades.

Al terminar el pie de casa, invitó a sus amistades que habían aportado. Luego de la entrega, uno de sus hijos le preguntó si también entregarían casa a una familia desamparada que estaba por un lado, y a otra que estaba cerca y otra que estaba más lejos…

Fue el inicio de un movimiento que replicó este apoyo con otras familias de este sector y en otras colonias de Culiacán: Progreso, Las Coloradas, Juntas de Humaya, Bicentenario y hasta pequeños ranchitos.

A la fecha han entregado cerca de 200 pies de casa, que incluye algunos muebles y obviamente puertas y ventanas.

En este tiempo transcurrido también han entregado cientos de despensas alimenticias, paquetes de ropa, y hasta fundaron una escuela hace cuatro años en la colonia Bicentenario, que a la vez funciona como Centro Comunitario.

Los requisitos que deben cubrir las familias a beneficiar es que tengan niños, su piso sea de tierra, que no tengan baño y que mínimamente tengan dos años de estar viviendo en el lugar donde se levante el pie de casa, que es un cuarto de seis metros por cuatro, con piso de concreto, baño, techo de lámina galvanizada con polines de fierro, puertas y ventanas, e incluye litera, mesa y otros muebles.

De porqué desde hace más de 30 años mantiene este activismo a favor de familias pobres, Miguel expresa que “la verdad es que hay mucha satisfacción en poder ayudarle a alguien a que cambie su destino. Porque eso es lo que sucede: le cambias el estilo de vida, le cambias el destino”.

En los últimos años, el trabajo se ha enfocado en la colonia Bicentenario, ubicada al extremo norte de Culiacán, junto al Basurón Municipal.

Ahí, para incidir en la formación de los niños como ciudadanos de bien, abrieron una escuela, que es particular pero que no cobra y tiene reconocimiento oficial de la Secretaría de Educación Pública. Las maestras reciben un sueldo. Tienen un profesor de educación física, que en el plano privado enseña artes marciales, pero ahí aporta gratis su trabajo.

Seis de los alumnos participarán en un torneo. Los llevará su maestro. Dos de ellos querían desistir por falta de ropa. Se les compró e hicieron el compromiso de participar.

La forma de mantener la escuela es mediante un programa denominado “200-200”, que significa tener 200 personas patrocinadoras que aportan 200 pesos al mes.

Como la escuela funciona también como Centro Comunitario, cada sábado se reparten ahí varias decenas de despensas y ropa. Y en ocasiones se realizan jornadas médicas y de corte de pelo, entre otras actividades.

También tienen otro programa que se llama “Navidad para toda la gente”, mediante el cual entregan regalos a los niños menores de 15 años que forman parte de las familias beneficiadas con pies de casa, además de los alumnos de la escuela.

Aunque tienen tres décadas de estar trabajando altruistamente a favor de las familias más necesitadas, fue hasta hace tres años cuando decidieron transformarse en fundación, que lleva el nombre de OKS Campiña.

Aclara que no se forma para buscar financiamientos, aunque no les hacen mala cara, sino simplemente para que la línea de trabajo no se pierda en el tiempo.

“Quisimos legalizar o tener un perfil legal pensando en el futuro, pensando que el día que no estemos, pues que esto siga”.

Como no se espera que ese día sea mañana, OKS Campiña ve en el corto plazo reproducirse en Guadalajara y en otras urbes donde también hay pobreza.