Andrea Orta González Sicilia se declara “fascinada” por el arbitraje. Su primer acercamiento ocurrió en la universidad, al cursar una materia optativa sobre el tema. Más tarde, su incorporación al despacho del reconocido árbitro Vicente Morata marcó el rumbo de su carrera profesional. “Allí confirmé que el arbitraje no solo era interesante en teoría, sino un mecanismo eficiente que los clientes utilizaban de manera constante en sus contratos”, recuerda.
Hoy, como presidenta de la Comisión de Arbitraje de la Barra Mexicana de Abogados, Orta se ha convertido en una de las principales voces en la materia.
Explica que el arbitraje no aplica en todos los casos —“no lo usarías para un pagaré”—, pero es una alternativa flexible y eficaz. A diferencia de los juicios, en los que el procedimiento es rígido y los tiempos dependen de factores externos, el arbitraje permite a las partes elegir árbitros, definir un calendario procesal e incluso recurrir a procedimientos expeditos. Esto se traduce en menores costos y en resoluciones más rápidas, en ocasiones de tan solo 60 días.
Orta subraya que México cuenta con una comunidad arbitral sólida y con jueces que respaldan este mecanismo. Desde la adopción de la Ley Modelo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, el país se ha posicionado como sede confiable. Sin embargo, reconoce que el número de casos aún es bajo en comparación con otras economías de tamaño similar.
Actualmente, el arbitraje es común en sectores como gas, infraestructura y construcción, pero poco explorado en áreas como turismo y servicios. “México debería tener mucho más arbitraje, por la economía que somos y por nuestra ubicación geográfica”, señala.
Además, derriba un mito: “El arbitraje no es costoso. Existen diversas instituciones y modalidades que se ajustan a las necesidades de cada caso”.
Con convicción, Orta lanza un llamado a empresarios y profesionales: “Démonos la oportunidad de conocer este mecanismo. Abramos la mente, porque siempre hay más de una manera de encontrar una solución”.